Miradas Y Conversaciones XVII

on viernes, mayo 05, 2017

Ciudadela principio y final del recorrido. Día del consumo (i)responsable y apoyo a la candidatura menorquina talayótica como Patrimonio Universal de la Humanidad. Día 7º

Hoy es el último día del viaje menorquín y mañana será el regreso a casa en Alicante. Ya nos hemos despedido del Peugeot que durante 4 días nos ha llevado por la geografía de la isla. Hoy también pasaremos con Charo y José el día juntos.

Amalia y Paco viajamos en autobús hasta Ciudadela, a la que solo tuvimos tiempo de visitar el segundo día durante un corto espacio de tiempo. Mientras, Charo y José lo harán caminando y acordamos encontrarnos a las 12 en la catedral. Hoy además de recorrerla sin prisas, como quien ya tiene todo hecho, será el día de las compras para los hijos, familiares, algunas personas próximas y quizá, para nosotros mismos. Y para no irnos de Menorca sin probar su caldereta, hoy la comeremos en el restaurante la Guitarra.

Hay regalos para muchos: camisetas típicas del lugar (con abarcas, con la lagartija símbolo de Menorca, con peregrinos por la ruta de los Caballos, con bicicletas, con vespas, etc.) para nuestros hijos Pau, Fran y Xavier; para Paco el cuñado y para Francisco Manuel, su hijo; para Adrián (hermano de Shira), para José (en consideración por su 63 cumpleaños). Otros regalos para la abuela Amalia, para Mª Carmen (hermana de Amalia), para Herminia, para Juani (que trabaja en casa). ¡Y como no, unas preciosas y pequeñas abarcas de color blanco para nuestra querida nieta Shira!

Sin ninguna originalidad cargaremos también con ensaimadas menorquinas para toda la familia. El queso de elaboración artesanal ya lo compramos unos días antes en una masía.

Al entrar en un museo donde hay una colección de pintura, sobre una mesita, los impresos para apoyar la candidatura de Menorca taloyótica, como Patrimonio Universal de la Humanidad. Cogeré cuatro impresos porque esta pequeña isla (700 Km2) merece, -por la belleza y diversidad de sus paisajes, por su gran riqueza natural y los esfuerzos de conservación, por su gran patrimonio prehistórico, por haber resistido a los cantos de sirena del urbanismo descontrolado y el turismo exacerbado y haberse convertido en una isla sostenible, intensamente humanizada y, por todo ello, declarada Reserva de la Bioesfera- todo nuestro apoyo y el de otras muchas personas para conseguir este reconocimiento.

Para no renunciar a probar la caldereta típica del lugar, aconsejados por Tomás y Rosa (que nos precedieron en la experiencia gastronómica) iremos a comerla, las dos parejas, a la Guitarra, a un precio muy asequible (44 € para dos personas). Ahora bien, con langosta no del lugar y que por su tamaño resultó bastante testimonial. La sopa con el fondo de pan en el plato resulto muy sabrosa y exquisita y repetimos varias veces.

Una última vuelta por la bella Ciudadela antes de retomar la vuelta al hotel Farragut, a las 17:00, esta vez los cuatro en autobús.

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Tras un buen descanso en la habitación, un paseo por los alrededores del Hotel, que nos depararán nuevas sorpresas con paisajes y calas preciosas de aguas muy claras. Un entorno extraordinario con el mar de fondo, un largo y sinuoso entrante de mar con sus pequeñas calas y la bella zona acantilada en dirección a Ciudadela.

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También descubriremos los Bufadors, agujeros entre las rocas que se rodean de un muro de piedra (signo muy distintivo de Menorca) y que con el mar embravecido resuenan con fuertes “bufidos”. Encontramos uno próximo al hotel y dos más en su recinto recreativo y lúdico.

Hay tiempo para disfrutar de la puesta de sol, aunque una franja nubosa pegada a la línea del horizonte, hace que la visión no sea tan esplendida, como la del primer anochecer en la isla. Hoy no se puede ver la silueta montañosa de Mallorca, que tan bien se observa desde el Farragut.

La noche en el hotel suena ya a despedida, aunque mañana desayunaremos juntos y compartiremos, también con Rosa y Tomás, el autobús de camino al aeropuerto y el vuelo de regreso a casa. Unos pasos de Chachachá y algunas infusiones y copas nos servirán para despedir la noche y la estancia menorquina. También para expresar agradecimiento por el afecto compartido, la buena sintonía y mejor relación entre las tres parejas, lo que ha sido decisivo para que este haya sido un viaje fantástico, con muy gratas sensaciones y el deseo de que la relación se mantenga.

Aquel hombre que llegó solo unos días atrás frente al hotel Almirante Farragut desnudo y vacío de identidad, se marchaba ahora habiendo vivido hermosas experiencias y con sensaciones y sentimientos que ya formaban parte de su identidad. Ahora también era la isla menorquina, sus paisajes, playas y pueblos, los nuevos amigos… Todo entrelazándose y configurando la vida.

Paco Buigues

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