Miradas Y Conversaciones XVI

Cala de Pregonda, Benimel-la, Naveta dels Tudons y en Turqueta. Día 6º

Se inicia la mañana con profundas respiraciones. La expiración ligeramente más larga que la inspiración, mirada posada en un punto cercano, espalda recta y cabeza con el mentón recogido, formando un “mudra” con ambas manos (la izquierda apoyándose en la derecha y los dedos pulgares tocándose, sin formar valle ni montaña) a la altura del “Hara”.

Sentado desde la butaca frente al mar, en relativa calma, se agitan las pequeñas ramas de la estilizada palmera movidas por el viento, que mueve también el pino que asoma por la puerta acristalada de la terraza. Amanece lentamente y van teniendo presencia las primeras luces del día.

El objetivo del recorrido matinal será la Cala Pregonda, que quedó el martes sin ver por la larga caminata por el cabo de Farnells, sus playas y posterior cabo de Cavalleria.

Antes de viajar hasta allí, visitaremos las canteras de S’Hostal, un universo laberintico hecho de la extracción manual y mecánica de la piedra de marés, regenerado como un Laberinto de los Vergeles, un circuito botánico y de la biodiversidad de la flora menorquina. Nos dejan una fantástica impresión tanto las antiguas canteras de extracción de piedra de grandes dimensiones, las líneas geométricas y espacios cúbicos con altísimas paredes, con incisiones verticales y horizontales, que conforman “una monumental escultura excavada en el paisaje” según la expresión de la asociación cultural Lithica, encargada de la gestión de las canteras. También impresionan los bloques de piedra organizados de forma laberíntica, así como el recorrido botánico por los diversos jardines (canteras de los Naranjos, del Acebuche, de los Almendros, los Olivos, del Espino, de los Limoneros, de los Granados, del Jardín Medieval, etc.).

 

Nos detendremos de forma especial en el Jardín Medieval, huerto semicerrado a modo de claustro, que manifiesta nostalgia del paraíso perdido, construido a la altura del hombre, para ser punto de encuentro con un orden superior, representado por el trazado geométrico de sus formas.

Una fuente en el centro, enmarcada por rosas -que simbolizan la vida- habla del cuerpo, la mente, los sentidos, el sonido del agua…un jardín de los sentidos que expresa la vida toda que nos rodea. Todo el jardín evoca el silencio y el alejamiento del mundo a modo de un claustro de monasterio medieval.

 

Es el tiempo de partir hacia Cala Pregonda para dejarnos sorprender por sus aguas y rocas de diversos colores. Antes de llegar, hay que recorrer unos 2 kilómetros a pie por un tramo del Cami dels Cavalls (ruta senderista de casi 200 km. que rodea toda la isla) llegando primero a la playa de Benimel-la, de grandes dimensiones y belleza. Hoy su playa ha sido azotada por el viento y el oleaje producido ha arrastrado a muchas medusas que yacen en su orilla.

 

Por fin Cala Pregonda que hoy presenta, con la bravura de sus aguas y el oleaje que rompe en las rocas, una gran belleza cromática, con tonos rojizos y anaranjados, con formas muy variadas, que convierten a esta playa una de las joyas del litoral menorquín y, seguramente del Mediterráneo.

 

Regresamos al hotel para comer y descansar y así partir el día en dos tiempos. La comida nuevamente a mitad camino entre ligera y copiosa (aunque la abundancia de los postres la hacen más cercana al segundo término) y posteriormente una buena siesta, con tiempo para escribir el relato del recorrido de esta mañana.

De nuevo subidos en el Peugeot 207, que nos viene acompañando por toda la isla y que José ya domina, con la ayuda y asesoramiento de su copiloto Charo, partimos para visitar un par de calas de la zona sur de la isla, que apenas hemos transitado en estos días.

Antes pasaremos a ver, muy cerca de Ciudadella, la Naveta dels Tudons, que son restos arqueológicos de una construcción funeraria prehistórica, reconstruida en 1960, donde se encontraron múltiples restos humanos y abalorios (a pesar del expolio sufrido por visitantes, previo a su restauración). Caminamos algunos pasos antes de llegar a la naveta y disfrutamos de la belleza de este entorno natural.

Las navetas funerarias pertenecientes al periodo taloyótico, antecedieron en el tiempo a los talayots y a las taulas y son expresiones arquitectónicas únicas, como también sucede con los recintos o santuarios taula con funciones rituales y sacras.

 

El plan de la tarde era conocer las calas de en Turqueta y la Macarelleta, pero la belleza y quietud de la primera nos atrapó y estuvimos disfrutándola hasta bien tarde, cuando el sol ya se ponía por la ladera derecha de la cala y dejaba la playa en penumbra. No por casualidad la cala en Turqueta es la primera playa, la más deseada y concurrida por las personas que visitan la isla. Sus transparentes y limpias aguas de un intenso azul turquesa, su blanca y fina arena y el espesor de su masa forestal, hacen de esta playa un espacio paradisiaco.

 

Haremos muchas fotos (individuales, por parejas, a tres, a los paisajes, a las gaviotas, a la belleza viva del entorno) como queriendo retener el tiempo vivido en la playa de en Turqueta (intentando prolongar la fugacidad del momento presente, diría seguramente José).

Se ha escondido el sol y es el tiempo de regresar al hotel Farragut. Cena más abundante de lo previsto. Una buena ducha para quitarse el cansancio del día y para intentar ir a celebrar el 63 cumpleaños de José (cuya resistencia a expresar su edad, se ha visto hoy reducida, por imposibilidad de seguir manteniendo en secreto su tiempo de juventud acumulada).

Rosa, Tomás, Amalia, Paco, Charo y José, hoy el homenajeado, nos dirigimos a Ciudadela con la intención de tomar una copa en honor al celebrante.

Son las once de la noche y nos encontramos que solo algunos pocos bares y restaurantes tienen sus puertas abiertas, pero no los lugares de copas. No hay ambiente nocturno en Ciudadela a estas alturas de temporada y decidimos regresar al hotel a celebrarlo. Allí podremos tomar las copas y coctels invitados por José y bailar algunos pasos de Chachachá y Bachata, dirigidos por Rosa y Tomás como colofón de un día muy intenso.

Paco Buigues