Miradas Y Conversaciones XIII

on miércoles, mayo 03, 2017

El maravilloso puerto natural de Maó y la cultura talayótica. Día 3º

Hoy es lunes 3 y aún no ha amanecido. Sentado frente al mar, desde la habitación, se entrenaba en la no identidad (en la desegocentración), en el abismamiento para ser vacío, camino hacia la plenitud y el despertar a su verdadera identidad. Sentado en la butaca naranja de la habitación, inspiraba y expiraba lentamente concentrado en el “mu” y con la mirada posada en un punto cercano. Ahora era la palmera azotada por el viento matinal, cuyas pequeñas ramas, danzaban en dirección al este.

El desayuno hoy más ligero que en días anteriores -pues el cuerpo ya nota un par de días de excesos alimenticios- compartido siempre con Amalia y con Charo y José. Tomas y Rosa se incorporarán hoy algo más tarde.

Es el tiempo de recoger el pequeño vehículo, contratado ayer con Charo y José, que durante cuatro jornadas, nos ayudará a recorrer muchos de los hermosos lugares de esta pequeña reserva de la biosfera, que es la isla menorquina. Hoy tenemos previsto viajar a la capital Maó.

En el reparto de roles José será el encargado de conducir el vehículo por la isla y Charo será la copiloto. El primer objetivo del día es visitar el magnífico puerto natural de Maó de una extensión de unos 5 kilómetros cuando se recorre en barco su perímetro (el puerto natural más grande de Europa y el segundo del mundo, solo por detrás de Pearl Harbour, en Hawai). Al llegar aparcamos en lugar cercano al puerto, desde donde ya se divisa su inmensidad y belleza.

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A las 12 h. iniciaremos la excursión en el Catamarán Yelow, con el que bordearemos las islas de Rei, la Illa Plana, la Illa de Llatzaret (donde se confinaban tiempo atrás en un hospital, a las personas con enfermedades contagiosas). También bordearemos la fortaleza de la Mola (o fortaleza Isabel II, cuya construcción se inició por los británicos en 1708, pero que fue en tiempos de Isabel II cuando se construyó la imponente fortaleza -1848 a 1875) después de atravesar el canal de Sant Jordi.

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El barco se detendrá en el Clot para que los viajeros podamos disfrutar de una breve panorámica submarina. El regreso será por el lado izquierdo del puerto.

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Un paseo por el casco antiguo de Maó, por alguna de sus iglesias y los mercados, precederá a una ligera comida, junto al portal de San Roc (del siglo XV, el único medieval que se conserva de los cinco que había en la ciudad). En la plaza del Carme nos tropezamos con la monumental Iglesia y claustro del mismo nombre de gran belleza, y que desde el siglo XIX es utilizado como mercado de abastos de la ciudad. Nos llama la atención y nos fotografiaremos con ella, la escultura lateral de la plaza con tres hermosos caballos.

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El objetivo inmediato tras la comida era visitar la recreación del poblado marinero de Benibequer el Vell (a Maó teníamos previsto regresar dos días después) pero la camarera que nos atiende durante la comida nos aconsejará visitar antes el poblado talayótico de Trepucó, en el municipio de Maó. Allí nos dirigimos.

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Trepucó alberga el talayot más grande de las islas, una estructura característica pública (hay más de 300 talayots de ese periodo) seguramente con fines de vigía, control del territorio e intercomunicación entre poblaciones (aunque la investigación actual no permite determinar bien sus funciones) que da nombre a la “cultura talayótica” (periodo protolayótico: 1050 a 850 a. C.; periodo talayótico: 850 a 550 a. C.; periodo postalayótico: 550 a 123 a. C.).

Menorca cuenta con un impresionante patrimonio de yacimientos prehistóricos, más de 1400 inventariados, de los que 32 constituyen la apuesta de la candidatura de Menorca a ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

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Muy ceca del talayot otra estructura característica muy llamativa, de carácter ritual y religioso, la taula, que se encuentra también en otros poblados talayóticos y que está compuesta de dos grandes piedras rectangulares colocadas una encima de la otra (una en vertical y la de encima en horizontal, a modo de una mesa, sin ningún tipo de argamasa). Ocupan el centro de lo que debían ser los santuarios, espacios con forma de herradura o semicircular, cerrados por muros con grandes piedras sin argamasa. Este tipo de muros (o construcción ciclópea) constituyen una de las características más llamativas de todo el territorio menorquín, cuyos lindes entre propiedades están formados por este tipo de muros, de mayor o menor altura.

Trepucó es uno de los poblados talayóticos más grandes y al visitarlo nos permitimos un amplio y relajado paseo para ver y fotografiar, además de la taula y su recinto, el talayot principal y un segundo talayot (que escalaré por el orificio abierto), restos de diversas casas y un buen tramo de muralla.

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Nuestro último destino del día es el pueblecito de Benibequer el Vell, un precioso espacio urbanístico, que recrea un pueblecito marinero, con viviendas blancas y encaladas, diferentes todas, con estrechas callejuelas, todo ello inspirado, seguramente, en pueblos costeros tunecinos o griegos (a Amalia le recuerda el pueblo griego de Santorini y a Charo un pueblo tunecino que visitaron no hace mucho -aquellos con puertas y ventanas azules y estos de color verde, de inspiración británica).

Un amplio recorrido por sus callejuelas y muchas fotos por lo llamativo de sus variadas formas en calles y casas y un breve descanso, con un refresco, antes de emprender el regreso a casa (El Almirante Farragut durante la estancia en Menorca)

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Al llegar al hotel, tras otro breve descanso, una cena ligera (ensalada, un poco de pescado y buen postre) que precederá a algunos bailes en la pista del hotel y a algunas conversaciones (es el tiempo de juntarnos las tres parejas, que lo haremos ya todas las noches)

Rosa y Tomas, profesionales de los bailes de salón y otros, nos deleitarán con sus rítmicos bailes de chachachá, bachata, pasodobles, tango, sevillanas… y toda clase de ritmos y sones.

Sobre las 12:30 es el tiempo de retirarse a descansar. Ha sido un día completo con actividades diversas. Unos minutos de respiración antes de ir a la cama para conectarse consigo mismo y asentarse en nuestra verdadera casa.

Paco Buigues

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