La Font Viaja a Jerez en Furgoneta

on viernes, abril 15, 2016

Primera entrega: La velocidad de la luz.

El puente de la Santa Faz es el momento elegido por la barraca La Font para realizar su ya tradicional viaje cultural y gastronómico. En esta ocasión el destino es Jerez y Doñana; los caballos andaluces y espacio natural virgen como símbolos de la libertad.

Durante el trayecto inicial y mientras Paco Catalá, “maneja el carro” hacia tierras andaluzas, Vicente, Salvador y este cronista, sentados en la fila trasera, conversan animadamente sobre la “velocidad” y finalmente sobre si es posible superar la barrera establecida por la luz en el vacío.

Me tomo la libertad de este lugar de encuentro para exponer mi punto de vista a favor de la limitación, en el marco de la física, con los siguientes comentarios:

1.- El primero de Galileo Galilei, precursor de la relatividad, en el cual nos advierte que los ojos no son testigos de fiar. “Enciérrese con algún amigo en la estancia más grande bajo la cubierta de un barco y encierre allí también un puñado de mosquitos, moscas y otros pequeños insectos. Lleve una gran artera con agua y llénela de peces; cuelgue una botella que gotee agua en otra de cuello estrecho colocada debajo. Entonces, estando el barco quieto, observe cómo los insectos vuelan con parecida velocidad hacia todas las partes de la estancia, cómo los peces nadan indiferentemente hacia todos los lados y cómo todas las gotas caen en la botella situada debajo. (…) Después de observar estas particularidades, creo que nadie dudará de que mientras el barco permanezca quieto, deben ocurrir de esta manera; haced que el barco se mueva con la velocidad que se quiera, siempre que el movimiento sea uniforme y no oscile en esta dirección y en otra. Usted no será capaz de distinguir la menor alteración en todos los efectos citados ni podrá colegir por uno de ellos si el barco se mueve o está quieto.”

La conclusión es que descartado el testimonio de la vista vamos a depositar nuestra confianza en las matemáticas.

2.- Al completar el ensayo “Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento” Einstein pudo contestar por fin la pregunta que le había asaltado en Italia a los 16 años: ¿Qué sucedería al tratar de alcanzar un rayo luminoso? Hoy en día la respuesta forma parte del acervo popular: nada puede ir más deprisa que la luz ni tampoco alcanzarla. ¿Por qué?

¿Por qué una nave espacial no puede ganar impulso indefinidamente? ¿De dónde emerge esta limitación de velocidad que ningún cuerpo del universo se ve capaz de quebrantar?

Una de las cosas que nos dice la ecuación F= m.a es que si aplicamos una fuerza a un cuerpo éste se acelerará más cuanto menor sea su masa, y viceversa. (…) A medida que se incremente la velocidad, crece la oposición a un nuevo incremento. En el límite en que estemos a punto de alcanzar a la luz, la masa se habrá vuelto casi infinita, igual que la resistencia a ulteriores aceleraciones. Este freno implacable llevaba a Einstein a concluir: “Aquellas velocidades que superan la de la luz no son posibles”.

En realidad, el marco teórico de la relatividad es más flexible. Al igual que el tiempo transcurre más despacio cuanto más nos acercamos a la velocidad de la luz, al superarla deberíamos viajar, directos hacia el pasado. La existencia de partículas supra lumínicas resulta teóricamente estimulante, aunque a cambio acarrean bastantes quebraderos de cabeza, presumiblemente violaciones de la causalidad y la posibilidad de enviar mensajes en el tiempo.

La masa de los agujeros negros es tan densa y tan extensa que no permite la salida de la luz y de ahí su nombre.

Todo movimiento es relativo. La teoría de la relatividad. El espacio es una cuestión de tiempo. Páginas 39-84

Concluyo esta primera parte introductoria con unas palabras de Einstein a su hijo Eduard:

“La vida es como montar en bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio, no puedes parar. Algo parecido le sucede a la materia. Cuando un cuerpo emite radiación se vuelve más ligero. Sucede lo contrario cuando la absorbe. La energía cinética, vinculada al movimiento, también genera su propia masa. La luz, por ejemplo, sólo presenta masa en virtud de su movimiento y carece de masa en reposo. Nuestro cuerpo está compuesto de moléculas. Las moléculas, de átomos. Dentro de un átomo la masa se concentra sobre todo en el núcleo, donde los neutrones y protones están formados por quarks. El propio nombre de la fuerza que los mantiene unidos, la interacción fuerte, y de la partícula responsable de esa unión, el bluón (del inglés blue, pegamento), sugieren el motivo: resulta extremadamente difícil separarlos. La interacción fuerte es la más poderosa de la naturaleza, y en lugar de debilitarse se crece cuando intentamos distanciar los quarks. No podemos verla como una interacción instantánea a la manera de Newton, sino como un intercambio constante de gluones, que se crean y se destruyen sin cesar, transportando la fuerza. Todo ese movimiento de mensajeros de la fuerza que van y vienen entre quarks, creándose y aniquilándose, se traduce en masa. Se puede afirmar que más del 90% de nuestra masa no es otra cosa que el movimiento de las partículas que nos componen.”

El interés de los tres navegantes se mantuvo hasta Venta Quemada, en donde intercambiamos velocidad por tocino y a partir de ahí todo quedó meridianamente claro.

La siguiente entrega la semana próxima.

Luís Soler

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