La Font Viaja a Jerez en Furgoneta 1

on domingo, abril 17, 2016

Al tiempo de escribir esta segunda entrega escucho la noticia que anuncia el lanzamiento de naves espaciales tan pequeñas como la mitad de una tarjeta de visita, destinadas a explorar la existencia de vida en otros lugares del universo. La velocidad estimada será la cuarta parte de la luz y El proyecto lo lidera Stephen Hawking.

Dicho lo cual retorno a la tarea de compartir impresiones captadas desde la inmejorable posición de copiloto de Salvador que ahora “maneja el carro” dando, merecido descanso a Paco Catalá en los asientos traseros.

Sin ánimo de emular a Jack Kerouac y sus viajes por las infinitas carreteras americanas, este grupo de abuelos adolescentes, audaces y curiosos, se siente heredero auténtico del espíritu de aquellos idealistas hippies que a lomos de una DKW aspiraban cambiar el mundo.

El asfalto señala nuestro destino: un lugar lejano en el sur, allí donde el Mediterráneo se funde en el Atlántico y el Guadalquivir construye un paraíso natural con sus continuas aportaciones de agua, barro… y vida.

Guadix y su fértil vega, nos presenta cientos de cuevas, dulces espacios humildes y primarios. Recintos en los cuales el contacto con la madre naturaleza, íntimo, intenso y profundo; donde el silencio estremece por su singularidad, imprime carácter… lo sé. Algunos hilos de humo andaluz suben y se confunden con aquellas nubes blancas.

La música acústica, melódica, me recuerda aquel pasado de pandilla, guateque y fuerte abrazo enamorado; y no me vale aquello que el amor desaparece con la edad. Mirad lo que dice al respecto Gabriel García Márquez:

A los hombres les probaría cuan equivocados están,
Al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
Sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

El ocre y el verde de los campos de Machado, salpicados de blancos pueblos saludan nuestro paso como fieles compañeros de viaje. Granada sestea, cansada y serena. Los chopos verdean, pícaros, la tímida primavera. Los olivos alternan su elegancia con la presencia de amplias manchas amarillas.

El sol, penetra, en forma bíblica, un manto de algodonosas nubes. Haces de luz divina descienden verticales o ligeramente inclinados, proyectando en mi mente aquel gradado de la enciclopedia Álvarez…

Ya en Antequera, lugar de dólmenes milenarios y misterios encerrados en forma de montañas durmientes, miro el cielo y reconozco en su quietud, multitud de sensaciones. La tarde se ilumina con la casi horizontal luz del sol que languidece por poniente. El tempo se detiene, eso pienso, pero no, es mi devenir que por un instante mira y siente el presente.

Lluís Soler.

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