Sobre Lisboa

on domingo, julio 20, 2014

Tenia ganas de ver Lisboa. Siempre me ha llamado la curiosidad, sobre todo desde que tuve la ocasión de estar en ella con el tiempo justo para cenar en un buen restaurante de cuyo nombre ni me acuerdo. Me ha gustado. Lamento su estado y su decadencia que nos permite la visión, en pleno centro, de imágenes como las que muestro. Una ciudad con mucha historia cercenada y maltratada por el paso de los años, reliquias del pasado de haber sido una gran ciudad pero en la actualidad descuidada, abandonada, inmersa en la crisis que asola a toda Europa. Destruida en el siglo XVIII por un gran terremoto. Tuvo que ser totalmente reconstruida.   

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Uno de noviembre de 1755, la gente de Lisboa se preparaba para celebrar del día de Todos los Santos, a las 9:04, un gran terremoto asoló Lisboa. El filósofo francés Voltaire describió el terremoto en su historia satírica “Cándido”. “El mar se azotaba espumado, irrumpía en el puerto malogrando todos los navíos yaciendo anclados ahí, torbellinos de fuego y ceniza se arremolinaban entre las calles y centros públicos, el juicio final está aquí”. Más de 10.000 personas perdieron la vida en aquel cataclismo, las réplicas convulsionaron a toda Europa, los crédulos estaban convencidos de que era justicia divina.

En el siglo XVIII en Portugal, como en toda Europa, eran espectadores de un enfrentamiento de ideas. Las viejas creencias cuyo epicentro era dios y un nuevo movimiento que creía que tal sagrada sociedad podía ser liberada por la razón.

El nuevo movimiento veía una oportunidad para reorganizar la sociedad sobre principios racionales. A puertas del desastre el rey de Portugal pregunto a su primer ministro Sebastián marques de Pombal: ¡qué debía hacerse!, a lo que respondió: “enterrad a los muertos y alimentad a los vivos”. El marques supervisaría la reconstrucción de Lisboa. En lugar de la ciudad medieval, encomendó la construcción de estructuras dispuestas en un patrón geométrico y ordenado. La ciudad del marques se convertiría en un símbolo del movimiento conocido como la Ilustración, el Siglo de las Luces, haciendo brillar la luz en las esquinas oscuras. La ciudad era un centro de comercio ideal, junto al rio, era una ciudad dedicada al comercio. Los críticos argumentaban que la arquitectura de matices mundanos del marqués, hacia olvidar que fue la falta de fe la que había condenado a la ciudad a ser devastada, como una advertencia divina.

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En la biblioteca del monasterio de Mafra, fuera de Lisboa, se asentaron, entre los clásicos,  los trabajos de los nuevos pensadores ilustrados. Kant divulgó: “sapere aude”, “atrévete a saber”, “ atrévete a descubrir”, “ten el coraje de usar tu propia razón”, frase acuñada por Horacio en el sigo I a.C. El ideal de la ilustración era un universo comprendido por la ciencia y la razón. El texto emergente era la enciclopedia. Sus escritores denunciaban que las enseñanzas tradicionales estaban llenas de prejuicios y superstición. El Papa Clemente XII amenazó con la excomunión a los poseedores de la enciclopedia. Ante este escenario, el culto a la razón tomaría caracteres de la religión, la francmasonería emergió como un pensar alternativo para los libre pensadores -Benjamín Franklin.

La opera de Mozart “ La Flauta Mágica” es un himno a la masonería libre, describe la búsqueda por la iluminación y verdad. Aquellos celebraban el triunfo de la luz sobre la oscuridad, la razón sobre la ignorancia. El triunfo de la razón hizo del ajedrez el juego predilecto de los ilustrados.

Salvador

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