Esta vez ha tocado Rusia, la Rusia profunda, -22ºC temperatura máxima en la calle, posiblemente más de 30ºC en las reuniones de trabajo aunque conforme se ha ido avanzando, la temperatura ha ido disminuyendo. Reuniones duras con personas duras, altamente preparadas y cualificadas, dispuestas al enfrentamiento técnico y dialéctico. Reuniones en inglés con traductoras, siempre de buen ver, del ruso al inglés y viceversa.
Trabajo estresante el de la traductora, atenta a lo que dices, buscando siempre las mejores palabras que más se asemejen a la idea que intentas transmitir. No siempre se consigue…, de hecho, en muchos casos, a una frase corta le sigue una traducción que ha durado mucho más de lo esperado, preguntándose siempre uno… ¿eso es lo que he dicho yo? Siempre queda la duda de si la traducción ha reflejado la realidad de lo que uno ha querido transmitir. Pero es cierto, es de admirar el trabajo que en directo hacen estas personas.
La calle, la calle… hielo. Literalmente… pistas de patinaje donde los coches circulan a gran velocidad haciendo gala de los neumáticos especiales que utilizan para la ocasión. Circulación muy difícil, continuos deslizamientos de las ruedas aún llevando dichos neumáticos. En los laterales… montañas de nieve, nieve dura, prácticamente hielo, hielo estratificado en el que se puede comprobar y calcular la altura de cada una de las nevadas producidas desde las primeras nieves del invierno.
Al hacer el “check-out” en el hotel la guapa recepcionista me ha comentado que ya hoy se olía la primavera. Al salir a la calle no he sentido ese aroma, más bien algo así como dolor en los pulmones y al poco de caminar la escarcha en mi bigote, enseguida me he dado cuenta de la relatividad de las cosas, pero es cierto que hoy el día ha sido más suave y me ha permitido dar una paseo, mas que caminando, patinando hasta cruzar un parque para llegar hasta el Volga el cual a pesar de su gran caudal lucia hoy una superficie totalmente helada, ¡gran espectáculo! ha merecido la pena, los camales congelados, la escarcha en el bigote e incluso los dos resbalones que mi compañero de origen italiano se ha propinado.
Escrito en el vuelo Moscú – Madrid a 11.500 m de altura. Fotos tomadas desde el avión llegando a Moscú. Vistas de Samara y por último vista del gran Volga helado, como se puede apreciar se puede cruzar.
Salvador
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