La Font Viaja a Jerez en Furgoneta 4

on viernes, mayo 06, 2016

Cuando viajamos parece que la vida, en general, se detiene. La excitación, bueno la emoción, producida por la secuencia vertiginosa de visitas y excursiones, enturbia la percepción de la cotidiana realidad. Nada de eso, todo fluye con puntual exactitud ajeno al palpitar del corazón individual.

Hoy 9 de abril, temprano, cuando el sol aún se despereza sobre el lecho azul del horizonte, bajo a la recepción del hotel y desde allí observo el trasiego de clientes que se encaminan hacia el comedor para cargar de energía el cuerpo al tiempo que los trabajadores del hotel se esfuerzan por mantener en equilibrio perfecto, todos los niveles de consumo que puedan precisar sus moradores.

Una joven maneja con ligereza la fregona para que el suelo refleje la luz de la mañana. Un trasiego de carritos adquiere protagonismo durante estos primeros momentos de la jornada. Por un instante este amplio recibidor se tranquiliza y su vacío me complace. Pronto se interrumpe y de nuevo el ajetreo reaparece y falto de concentración suficiente, me marcho.

Busco la calle y en ella hallo el palacio del marqués de Domeq. Edificio regular en forma de cubo monumental con la estatua de su dueño presidiendo la plazoleta que desde poniente sirve de patio exterior. Enriquecedor por su severa presencia.

Nuestra briosa furgoneta nos traslada al Puerto de Santa María. Una rápida visita nos muestra una magnífica iglesia sobre otra, igual de magnífica, mezquita. En sus calles descubro viviendas nobiliarias, majestuosas casas de piedra labrada con grandes escudos para testimoniar su titularidad; amplias balconadas de hierro forjado para mostrar señorío y poderío.

En resumen vanidad y ostentación bajo un ribete de arte. Prefiero más humildad y menos orgullo de señorito. Confío más en una sencilla manipulación material que en grandes demostraciones de volumen. El arte no sabe de economía: o no debiera.

Se completa la mañana con la visita a las bodegas originales de Osborne, apellido de origen inglés, creador de esta empresa de vinos finos andaluces. Soberbios. El silencio, la penumbra, el olor, la humedad… son algunas de las impresiones físicas que percibe el visitante al penetrar en este recinto que sabe a templo y oficio religioso.

Se cierra este episodio con un sorbo de fino blanco, oloroso y prudentemente fresco. Andalucía es tierra generosa, capaz de transformar el agua y los minerales en un elixir primitivo, básico, útil; constructor en parte del carácter alegre de estas gentes.

Luis Soler

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