Los Barruecos

Tras la visita histórico-cultural de la mañana, llena de enriquecedoras anécdotas, el grupo, reunido alrededor de la mesa, decide cambiar la piedra urbana por otras más próximas al principio natural.

 

Recuperamos las monturas colectivas, y bien pertrechados de cámaras, paraguas, libreta de notas y otros útiles, nos disponemos a conocer esa parte extremeña denominada los Barruecos. Si se me pidiera una impresión definitoria seria: “Lugar perdido entre piedras ovaladas en un paisaje sereno y ordenado”.

 

La belleza, lo bello en palabras de Humberto Eco es aquello que nos gusta, así de sencillo. Ahora bien lo que nos gusta, sigue diciendo, es lo bueno, y esto según el canon griego es la virtud… así que, a mi entender, este lugar posee la virtud del equilibrio y la armonía y por ello me gusta y me parece precioso.

Nos detenemos al borde de una pequeña laguna rodeada de cigüeñas, solo puedo decir de manera textual: “La charca sirve de espejo para que las nubes blancas del cielo se pinten de verde y negro”.

 

La segunda parada, un poco mas lejos, describe un espacio irreal de cuentos y leyendas, donde no seria nada extraño que debajo de uno de aquellos pétreos cascos marrones habitaran simpáticos duendecillos y en las mansas aguas durmieran las ninfas.

 

La música del ballet no podría ser otra que La Primavera de Vivaldi con sus truenos y relámpagos, chaparrones que dejan paso al arco iris y todo ello en un tiempo no cuantificable.

 

Nos despedimos del lugar desde la base de una pequeña presa al lado de la casa de interpretación. Una pequeña cascada escalonada entona una melodía acuática y acústica que juega con los trinos alocados de tiernos ruiseñores y jilgueros sobre un inmenso tapete verde que cubre los alrededores.

 

Finalizo la descripción situando este entorno, donde el diálogo mediante el lenguaje de los pájaros es comprensible, a la altura de pensadores como Krishnamurti, Fulcanelli y de gente buena como Francisco de Asís, pues aquí ellos como nosotros, encontramos la paz.

Finalizo con otra frase textual: “Un sauce llorón junto al árbol del amor, en flor, mantiene la tensión, que provocan estas nubes grises, tristes”.

 

Texto: Lluís Soler                              Fotografía: Salvador