Sobre La Belleza

on sábado, julio 25, 2015

Leo y contemplo, con alegre emoción, palabras e imágenes impregnadas del sutil manto de la creación artística, bien como reflexión conceptual del arte y la belleza, bien como manifestación popular de una tradición pseudoreligiosa, bien como como expresión de la luz y el color mediterráneo.

En esta sociedad occidental, frenética, superficial, consumista… dominada por el dinero, el poder, la avaricia, el lujo y la incultura, se agradecen estos paréntesis, verdaderos remansos de paz de espíritu, elegantes páginas de lucidez intelectual.

Me sumo con gusto a esta experiencia y desde mi posición reservada me permito algunos comentarios, producto de la sabrosa digestión de estos manjares estéticos. Mi predilección por Schopenhauer me permite utilizar el siguiente:

“Toda obra de arte tiende realmente a mostrarnos la vida y las cosas tal y como son en verdad, solo que, debido a la bruma de contingencias objetivas y subjetivas, no todo el mundo puede percibirlas inmediatamente. Es esa bruma lo que el arte disipa.”

Sobre la esencia íntima del arte.

Arte es, se dice coloquialmente, la expresión de la belleza, con lo cual es obligado preguntarse qué es tal cosa. La respuesta más sólida consiste en afirmar que la belleza es el reflejo de lo divino. Con esta premisa ligamos los conceptos: bello y dios, con lo cual situamos la cuestión fuera del ámbito humano. El concepto es perfecto pero arrastra la servidumbre que hipoteca la existencia.

En un nivel menos absoluto podemos afirmar con Keats, poeta romántico, que belleza es verdad como verdad es belleza. Tal afirmación nos lleva a considerar la belleza como el hecho primordial y éste como el principio de las bellezas particulares, con lo cual según Ortega, nos llevaría al punto anterior.

Cuenta Hesiodo que en las bodas de Cadmos y Armonía celebradas en Tebas, las Musas cantaron en honor de los novios estos versos:
“El que es bello es amado, el que no es bello no es amado”.

Belleza y afecto andan en proporción directa. Un paso más en esta búsqueda constante lo acredita Safo y Praxíteles en lo que denominan kalokagathía, belleza ideal que armoniza alma y cuerpo, o bien las formas y la bondad del espíritu:
“Quien es bello lo es mientras está bajo los ojos, quien además es bueno lo es ahora y lo será después.

La belleza como armonía y proporción es la que propugna Platón en Fedro, procedente de Pitágoras y que defiende una visión estético-matemática del universo:
“Las cosas existen porque están ordenadas y están ordenadas porque en ellas se cumplen leyes matemáticas, que son a la vez condición de existencia y belleza.”

Así las cosas, sorprenden favorablemente las palabras de Antonio Ruiz de Elvira –catedrático de física- cuando, al opinar sobre la belleza, afirma:
“Algunos científicos estudian esta disciplina para descubrirla (la belleza) implícita en la naturaleza, cuando se hace patente por medio de leyes formuladas matemáticamente.”

Sobre esta misma cuestión habla Palazuelo:
“Las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza, y si no se habla ese lenguaje no se podrá apreciar su misteriosa belleza.”

Concluyo, por concluir, pues terminar es imposible con mi opinión personal. La belleza es el atributo, relativo y subjetivo que le atribuye un ser humano a un objeto, obra de arte o no. La belleza tiene que ver con la sensibilidad individual, con los cánones estéticos adquiridos… pero, sobre todo con la permeabilidad interna.

Luis Soler. Sella julio 2015.

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