Fedro o de la Belleza

on domingo, junio 07, 2015

Sócrates.- Mi querido Fedro, ¿a dónde vas y de dónde vienes?

Fedro.- Vengo, Sócrates, de casa de Lisias, hijo de Céfalo, y voy a pasearme fuera de muros; porque he pasado toda la mañana sentado junto a Lisias, y siguiendo el precepto de Acumenos, tu amigo y mío, me paseo por las vías públicas, porque dice que proporcionan mayor recreo y salubridad que las carreras en el gimnasio.

Así comienza “Fedro o de la belleza”, dialogo en el que Platón explica el origen del alma humana a través de la alegoría de los caballos y el cochero. Platón afirma un alma humana divina e inmortal, la cual se parece a un cochero que dirige dos caballos, uno bueno y otro malo, tratando de equilibrar a ambos de manera que el malo no arrastre al bueno.

Las almas de los dioses están conducidas solo por caballos buenos. La de los hombres por buenos y malos, lo que se debe a la dura lucha a la que fue sometida y no superó, viéndose abocada, como condena, a vivir en la “tumba” que llamamos nuestro cuerpo y que arrastramos con nosotros como castigo. El cuerpo le dificulta al alma a contemplar la verdad y la arrastra a cometer actos en los que vence el caballo malo, rebelde,…


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Los de la foto, que como Fedro preferí dar un paseo por las vías públicas y no seguir en el gimnasio, no solamente fueron arrastrados por su caballo malo, individual, también por el asno que los acarreaba a todos.

Salvador

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