Este cronista se aproxima siempre a las catedrales con admiración y respeto. Son lugares especiales, elegidos para edificar en ellos Templos a la Divinidad. Estas palabras el cronista siempre las trata con el máximo respeto, ya que la existencia está presa en la incertidumbre de la temporalidad.
Su solidez y estabilidad les ha permitido sobrevivir a todo tipo de actos vandálicos y destructivos, propios de los humanos, como indica la historia. Hoy visitamos la denominada “dama de las catedrales” la de Segovia, así llamada por su señorío y elegancia.
Las primeras palabras que se aproximan son las siguientes: hermosa, cuidada, rica en historia y cultura, en religión y poder… mucho poder… por supuesto también, como no, devoción.
Catedral, lugar sagrado, que combina el culto a lo humano y lo divino, lugar ideal para rezar y buscar la verdad entre el silencio de las piedras, los días anónimos, sin relevancia, sin el boato de los grandes festivales con obispos, hisopos y demás enredos, que entorpecen el acercamiento sereno, sincero a la sublime existencia.
Nuestra dama destaca por sus elevadas columnas que sostienen el cielo y cubren el suelo con un manto etéreo de misteriosa inquietud.
El cronista se aleja del grupo y busca un lugar tranquilo y discreto, desde el cual admirar la grandiosa prestancia del espacio.
Suena solemne la música impregnando con sus sones y notas todo el universo externo y también el interno, sugiriendo que el lugar seria ideal para la celebración de una ópera.
Finalizada la visita, el grupo se dirige a la fortaleza del Alcázar, lugar reservado para la mas alta nobleza, residencia de Enrique IV y lugar sonde fue coronada reina Isabel I… para este cronista ahora tan sólo este comentario: Desde sus almenas se visualizan vistas magníficas sobre el río Eresma y la llanura Castellana.
Salvador
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