Vistabella

on jueves, febrero 08, 2018

Quien sube a Vistabella por primera vez no pregunta por qué se llama así ese lugar. Es evidente. Su entorno, por los cuatro puntos cardinales es bello, privilegiado, espectacular. Rodeado de las cumbres más altas de Alicante, abierto al mar por La Vila, rodeado por valles y barrancos, perfumado por pinares, moldeado por nuestros antepasados para extraer con esfuerzo lo que esta tierra, árida y generosa a la vez, es capaz de dar…

Hace ya más de 40 años empecé a subir a Sella acompañando a mi chica, cuya familia poseía una casa en el pueblo. Las primeras excursiones incluían la Ermita, el Molino de Amable, la Font Major, la Alcántara, Vistabella… Entonces sólo quedaban los muros medio derruidos de un corral, el corral de Vistabella.

Con el tiempo formamos eso que en Sella se llama una Barraca, que no es otra cosa que un grupo de personas dispuestas a pasarlo bien en compañía. Por aquel entonces empezamos algunos a ser padres. Eduardo y Tina decidieron que el tiempo libre, con sus hijos, lo pasarían en Sella y así comenzó la transformación de aquel corral en lo que hoy es: una hermosa y amplia casa en el monte, en medio de la naturaleza.

Recordamos lo ardua que fue la tarea. Un camión de tejas, un horno de leña, una decoración con mimo de cada espacio de la casa, luz eléctrica, agua potable…

Hemos de agradecerles que nos ofrecieran su casa para organizar cenas, comidas, fiestas en las que nuestra amistad se fue fraguando y acrecentando, hasta formar parte de nuestras vidas, de nuestros recuerdos más preciados. Pascua, fiestas del verano regadas con buen vino, cerveza y licores y con chuletas, cocas, gambas y cigalas. Todo ello envuelto en una agradable camaradería que se iba tornando en auténtico cariño. Excursiones que empezaron con la Pileta y poco a poco se fueron acortando en duración y distancia.

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    https://www.youtube.com/watch?v=RfPWjB5Dao4

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Ahora EDUARDO Y TINA, TINA Y EDUARDO han vendido VISTABELLA. Unas mariposas me han revoloteado por el estómago cuando me lo ha dicho Edu. Porque una parte de mí, creo que de todos nosotros, se queda allí. Se han llevado algunos muebles, la decoración, los cuadros… Pero hay algo que no se pueden llevar porque está impregnando los muros, las paredes, las estancias de ese lugar. Los nuevos propietarios no lo saben, no lo verán, pero con ellos estarán siempre nuestras risas, nuestras canciones, el sonido del saxo de Eduardo Jr. en una noche de verano, la paz de espíritu que allí hemos respirado.

Los tiempos cambian, los intereses y las necesidades también. Los hijos se hacen mayores y nosotros, “más mayores”, lo que viene siendo envejecer… Así que conviene no olvidar que lo material que acumulamos en una época de nuestra vida puede servirnos para este tiempo de otra forma. Y tampoco olvidaremos, al menos voluntariamente, todos esos buenos ratos vividos, compartidos, disfrutados…

Eduardo, Tina, os quiero, os queremos. Mi casa, nuestras casas, tienen un hueco para vosotros siempre que queráis quedaros en Sella.

Carlos Gómez, Febrero 2018

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