Paul Cézanne (1839-1906)

on viernes, febrero 21, 2014

En breve, la barraca La Font viajará a Madrid. Esta vez en tren de alta velocidad. Curiosidad y algo de comodidad, responsables de la elección de este medio de transporte, eso creo. La casualidad permitirá contemplar parte de la obra de este pintor creador de una nueva estructura plástica.

Para muchos con él arranca el cubismo. En 1904 escribe: “Ver la naturaleza como cilindro, esfera y cono, la totalidad colocada en perspectiva, de modo que cada lado de de un objeto o de un plano se dirija hacia un punto central… La naturaleza es para nosotros cuestión de profundidad, no de superficie; de ahí la necesidad de introducir en las vibraciones de la luz, representadas por rojos y amarillo, un número suficiente de tonos azulados para logran una impresión de atmósfera”.

Reducir la naturaleza a registros geométricos es un modo de interpretarla, no fotografiarla, no copiarla. “Pintar –decía Cézanne- no es copiar el motivo como un esclavo; es encontrar una armonía entre numerosas relaciones”.

Paul, desde siempre utiliza la espátula en lugar del pincel. Aplica el color sin necesidad de línea, lo hace incluso con brutalidad. Según él “David mató la pintura” al querer pintar el pie ideal, la mano ideal. Con ello renuncia al carácter. La naturaleza ofrece una posibilidad de diálogo que el pintor traduce desde su atormentado mundo interior, desde un precoz expresionismo. Cézanne sustituye, el claroscuro por los azules de las sombras, y los naranjas de las luces. El rigor frío de la iglesia católica por la alegre vitalidad del mediterráneo francés.

Como Gaudí, también se pregunta “¿Hay acaso una sola línea recta en la naturaleza? La observación, el estudio objetivo, la libertad de pensamiento les permitió –a ambos- definir un territorio artístico sugerente, dinámico, rompedor con un pasado académico, donde se coloreaba el interior descrito por la línea que delimita la figura. “Ingres .afirma- no tiene sangre en las venas. Sólo dibuja… Es muy bello, pero no es suficiente”.

Lo breve, como señalaba al principio, es un bien que escasea. Hoy todo es retórica que envuelve, rellena y no dice nada. En el arte esto se amplifica, pues el juego malabar de las palabras lo enreda dando apariencia de sabiduría. Mirad, para concluir, estos dos comentarios del propio autor:

1.- “Un cuadro se ve enseguida o no se ve nunca. Las explicaciones no sirven de nada. ¿Para qué comentar? Todo eso no son más que aproximaciones”.

2.- “Sí, me considero un pintor. Además, la gente parece reconocerlo, ya que compra mis impresiones. Sin embargo, son imperfectas. ¡Sí, sí, yo mismo lo digo¡ No acabo de atrapar el paisaje. ¡Ah Monet! ¿Conoce a Monet? Monet es, en mi opinión, el pintor con más talento de nuestra época.

Así que amigos y amigas disfrutad, o no, de la obra de este precursor del cubismo y el arte abstracto.

Luis Soler

0 comentarios:

Publicar un comentario