En el amanecer y en el atardecer, cuando el camino que tienen que atravesar los rayos de sol a través de la atmosfera es más largo, los colores azul y verde, de longitud de onda más corta, son dispersados y por tanto eliminados casi en su totalidad del haz luminoso, dando como resultado la tonalidad anaranjada y rojiza característica que vemos en dichos momentos. Son ya las nubes las encargadas de dispersar, por medio de las gotículas y partículas en suspensión que las componen, el haz resultante e iluminar e inundar con su luz anaranjada y rojiza nuestro horizonte y entorno. En la foto se puede observar Sella bañada por la luz anaranjada de un atardecer lluvioso y en el que todavía el Puig esta coronado por densos nubarrones y ya sabéis el dicho: “Quan el Puig Campana fa capell, pica espart i fes cordell”… siguió lloviendo.
Salvador
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