¿De Quién es el Mundo?

on viernes, marzo 06, 2009

¿De Quién es el Mundo? La C. de la T. un Nuevo Sentido Común
La situación del mundo es algo que nos afecta profundamente a todos. Dicho en negativo, los graves problemas no resueltos que afectan a la humanidad son cada vez más grandes y evidentes y nos implican a todos: La apremiante amenaza del cambio climático global. Los conflictos armados, las insurrecciones y disputas congeladas, acompañadas de crisis humanitarias (Irak, Afganistán, Darfur, Republica Democrática del Congo, Georgia, El Sahara occidental, etc). Efectos económicos y sociales de la globalización (mayor desigualdad en el interior de los países y entre países). Las disputas geopolíticas con gran potencial destructivo (Irán, Israel-Palestina, Kosovo-Serbia, China-Taiwán y Pakistán). Las crisis de Estados en las que la vida de los ciudadanos y ciudadanas está especialmente degradada (Myanmar, Zimbabwe, Corea del Norte, etc). Proliferación de armamento nuclear y de armas de destrucción masiva o a pequeña escala (armas pequeñas, bombas de racimo). Las consecuencias de la inmigración y el movimiento de personas y su impacto social, político y cultural tanto para los países que envían como los que reciben. El impacto de los fundamentalismos islámico y de otras formas de radicalización. Los múltiples problemas de las mujeres en el mundo, que mueren por distintas causas, en numero que hace estremecer (entre dos y cuatro millones en periodos de tres o cuatro años según informe de la diputada holandesa en el día de la mujer en 2006), de los niños de la guerra secuestrados para enseñarles a matar, de los jóvenes abocados –por falta de perspectivas personales y laborales- a las organizaciones mafiosas de trafico de drogas, personas, prostitución, de órganos, etc, entre otros muchos y graves problemas.
Dicho en positivo, los problemas de la justicia y la paz, de la realización, la felicidad y la plenitud humanas, no son solo problemas individuales, sino que nos afectan a todos y requieren colaboración, solidaridad y una creciente conciencia de la interdependencia humana y cósmica y de la necesidad de una conciencia ética global, de un nuevo sentido común: “un nosotros global”. Este es el reto de la educación del presente y del futuro: necesitamos una escuela y una educación para aprender a estar en el planeta, a vivir, a compartir, a comunicarse, a comulgar, a ser (E. Morin). Necesitamos desarrollar una ética de la comprensión entre las personas, de la solidaridad y de la responsabilidad, para conseguir el objetivo antropológico del milenio: la humanización de la humanidad y la unidad planetaria en la diversidad.
Esta es la visión de la Carta de la Tierra: Elegir un futuro de respeto y cuidado de toda la comunidad de vida. Realizar una alianza de valores para trabajar juntos para que también se globalicen los bienes y la riqueza, le educación y la sanidad, entornos naturales y sociales de calidad, la justicia social y la paz, la plenitud humana.
Como decía Maria Novo (I Encuentro Ibérico Carta de la Tierra), el mercado es el centro de la vida. Lo invisible es lo que no esta en el mercado y no existe para la economía: el trabajo domestico de las mujeres y la crianza de los hijos, el cuidado de los ancianos, el trabajo de la naturaleza, los millones de pobres, los millones de mujeres maltratadas y asesinadas. Invisible todo lo relacionado con lo armónico, el trabajo gratuito de cuidado de la vida, el cuidado de niños y ancianos, el trabajo y el compromiso por la paz, por la justicia, para desarrollar el amor hacia toda la vida. Decir en alto: es la vida y no el mercado lo que debe estar en el centro. Desvelar lo oculto, hacer visible lo invisible: la pobreza generalizada, la plutocracia o el criterio de beneficios económicos para unos pocos que deciden por todos, la degradación ambiental, la muerte de 30.000 niños diariamente. No hay instancias internacionales para la justicia mundial. El mercado no es democrático. Democracia es dar a cada uno lo que necesita y no lo que puede comprar. Si queremos otro mundo hagámoslo.
P. Buigues Tro - Agosto 2007

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