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sam
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martes, julio 10, 2018
2 de Junio de 2018
Estando ya más próximos al final que al principio de la primavera, con el calor amenazando los plácidos paseos matutinos de los sábados, nos dirigimos en esta ocasión a la comarca vitivinícola por excelencia de nuestra provincia: MONÓVAR – PINOSO.
Los viñedos ya tienen sus sarmientos crecidos, tiernos, limpios, porque un chaparrón nos ha acompañado esta mañana y la uva florece, preludiando una cosecha más para el otoño. Unas hileras de cepas muestran el mimo con el que los campesinos tratan estos cultivos.



Hoy Tina y Eduardo nos acompañan y Paco Sabuco y M.ª Carmen acudirán a la hora de comer.
Intento concertar la visita a las Bodegas Monóvar (Salvador Poveda), pero una feria de vinos en Jerez hace que el personal que las lleva a cabo no esté disponible. Así que cambiamos el destino por otro de más humildes instalaciones. Y visitamos las Bodegas VOLVER, donde embotellan entre otros los vinos de la serie TARIMA.


Las instalaciones, reducidas e inactivas en esta época, se ven rápidamente. Pasamos a la cata de algunas variedades y con nuestra escasa cultura vinícola atendemos las instrucciones y degustamos lo que nos ofrecen, buscando esos aromas “a flores blancas, frutos rojos, madera, y no sé cuántos otros matices que los sumilleres y enólogos son capaces de captar.


Llega el momento del apartado gastronómico, para el que hemos elegido el restaurante Casas Sanchiz. Perdido entre los viñedos del campo de Monóvar, un caserío guarda la sorpresa de los platos típicos de la zona en un ambiente cuidado y agradable y a un precio razonable. Probamos el arroz con conejo y caracoles, un pulpo al horno y otras especialidades que nos dejan buen sabor de boca. Aconsejable para volver.



A media tarde, disfrutando del paisaje que nos rodea, regresamos a casa, dando por seguro que durante el verano haremos un paréntesis en estas excursiones. O no…
Carlos